22 enero 2016

Sigüenza siente la llama de San Vicente.

Anoche se prendió la hoguera en la Plaza de San Vicente, al son de la dulzaina, y se compraron seiscientas docenas de rosquillas del Santo, en el número seis de la Travesaña Alta.


Sigüenza ya vive intensamente San Vicente. La víspera, ayer, es uno de los días más bonitos del año en la ciudad. A eso de las seis y media, los dulzaineros subieron, tocando sus gaitas, por la calle Mayor hasta la Travesaña Alta. Giraron a la derecha para tomarla, pasando por delante de la Casa del Doncel, para llegar hasta la parroquia dedicada a la advocación del Santo. 

Allí, en la escalinata de piedra que da acceso a la bellísima Iglesia románica, mezclados los gaiteros seguntinos y segovianos, todos dulzaineros de la Cofrafía de San Vicente, esperaron al párroco, Jesús Montejano. Mientras lo hacían, sonaba su música popular. Muchos fueron los que recordaron entonces al gran José María Canfrán, cuando él y su redoblante, Carlos Blasco, retomaron el sonido de la dulzaina en Sigüenza y desde la ciudad del Doncel, en Guadalajara. Ninguna otra música mejor para sentir la llama de San Vicente.

A eso de las siete, el párroco salía de la Iglesia, y, acompañado por los dulzaineros, llegaba hasta el número seis de la Travesaña Alta, la casa, con puerta de madera de doble hoja, en la que se venden las rosquillas del Santo. Según manda la tradición, debe ponerlas a la venta del público la familia del hermano mayor saliente, que es Lorenzo Robisco. Montejano, seguido por los músicos, se dirigió al lugar, y las roció con el hisopo, derramando sobre ellas el agua bendita. 

A partir de ese momento, los seguntinos se ordenaban con paciencia en la Travesaña para comprarlas. Este año son obra del repostero Carlos Rupérez, de Pastelería Las Delicias. Se vendieron seiscientas docenas en un periquete. Con los beneficios se sufragan los gastos de la Cofradía del Santo, que integran en torno a 140 hermanos. 

Para el hermano mayor saliente, Lorenzo Robisco, haber portado la insignia de la Cofradía “es un orgullo muy grande, porque es algo que sólo pasa una vez en la vida”. Robisco, que es cofrade desde que nació, afirmó que San Vicente “es la fiesta tradicional de Sigüenza, esencia pura de Castilla, y la mejor muestra de nuestras raíces religiosas e históricas”, al tiempo que reconoció sentir “una gran emoción” al escuchar a los gaiteros y recordar a Canfrán, porque “fue él quien empezó todo esto, que ahora continúa en el certamen que lleva su nombre y en el Segontia Folk”.

Montejano se dirigió después a la Plaza de San Vicente para, igual que había hecho antes con los bollos, bendecir la hoguera. La pira, admirablemente colocada y de casi tres metros de altura, estaba hecha con troncos que arropaban a un pino de tamaño mediano, de cuyas ramas peladas colgaban las naranjas y mandarinas. Dicen que son un homenaje al origen valenciano del patrón de Sigüenza. 

Llegaba entonces el momento de prender la hoguera. Fue Enrique Mayor, uno de los hermanos cofrades, el encargado de hacerlo. En pocos minutos, la temperatura, no especialmente baja ayer en la ciudad, subía hasta hacer innecesaria la chaqueta. Las piedras de los edificios colindantes se teñían con el reflejo del amarillo y rojo de las llamas. Los niños, expectantes, se arremolinaban en torno a la hoguera. Esperaban el momento en el que los troncos se iban a convertían en carbón, para tiznarse con ellos las caras y para tiznárselas a los amigos.

Mientras, los Dulzaineros de la Cofradía apostados en la misma puerta de la Casa del Doncel, tocaban una pieza detrás de otra, acompañados por los tamborileros. Allí estaba la cantante y folklorista Vanesa Muela, que fue una de las primeras en animarse a bailar la jota, alrededor del fuego. Por fin cayó la hoguera, y los más valientes empezaron a saltarla. El sonido de los gaiteros de ayer preludió hoy el XXIX certamen José María Canfrán, que empezará a las 19:30 horas en el Auditorio de El Pósito. 

A continuación, terminaba la novena en honor al patrono de Sigüenza, que había comenzado el miércoles día 13 de enero. En torno a 1.500 personas salieron a la calle en vísperas a celebrar San Vicente. Sigüenza, hoy como siempre, siente la llama. En unos momentos empezará la Misa Mayor en honor a San Vicente que oficiará el obispo de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez. Algunos diputados provinciales se acercaron a la ciudad a vivir de cerca las tradiciones seguntinas, acompañando a la corporación municipal, que encabezo el alcalde de la ciudad, José Manuel Latre.