05 marzo 2018

Un recorrido por los principales hitos de la ciencia y la astronomía, y el papel fundamental de las mujeres desde la antigüedad, hasta nuestros días.

Las exposiciones de ‘Las invisibles de la ciencia’ y ‘Con A de astrónomas’ se pueden visitar desde el 12 hasta el 18 marzo y repasan los méritos y obstáculos de una quincena de ellas y de algunas figuras relevantes en la investigación del Universo.


La antropóloga Jane Goodall fue minusvalorada por sus colegas hombres por el hecho de ser mujer e increpada por su familia por vivir con gorilas en la selva. A la científica Marie Curie se le negó la entrada como alumna y profesora a la Universidad de Cracovia por su condición femenina y tuvo que estudiar en la clandestinidad. Los entrenamientos que superó la cosmonauta rusa Valentina Tereshkova eran más duros que los de los hombres y no le dejaron tomar los mandos de la Vostok, aun cuando estaba previsto. Como no aceptaban a las mujeres, a la astrónoma Vera Rubin también la rechazaron en la Universidad de Princeton y los resultados de sus investigaciones fueron muy criticados ya que rompían con las ideas establecidas. Son semblanzas de algunas de las 16 mujeres cuyos obstáculos y logros se rememoran en la muestra ‘Las invisibles de la ciencia’ que desde el 12 hasta el próximo 18 de marzo se puede visitar, en el Centro Social Polivalente, sita en calle la Seda 32, días previos estará expuesta en el Instituto Campoamor para los alumnos del mismo, la exposición es promovida por la Federación Estudiantil Libertaria, una organización surgida en 2014 cuyo objetivo es la gestión comunitaria de la educación, y gracias al Concejal de Cultura, Juan Antonio Perojo.

Durante siglos e incluso aun hoy, las mujeres han sido minusvaloradas y apartadas de la esfera política, pública, laboral, cultural y académica de la sociedad. Hasta el extremo de que sus trabajos y proyectos han sido desestimados, plagiados y usurpados de forma sistemática. Y no solo se ha infravalorado su inteligencia sino que se las ha relegado al ámbito del hogar y al cuidado de la familia, y sus trabajos y aportaciones ni siquiera fueron apreciados en lo que valían. Por desgracia, la ciencia no ha sido ajena a este despropósito. “Y eso que la mujer cada vez está más presente en las aulas y la vida académica, en las profesiones donde el conocimiento es un valor en alza”, apunta Juan Antonio Perojo. El concejal de Cultura recurre a los libros de texto de historia de la ciencia para ejemplificar un detalle: en sus páginas se ilustran acontecimientos protagonizados por hombres y contados por hombres. Para llegar a la conclusión de que el conocimiento nunca ha sido ni es accesible a todo el mundo por igual.

Pese a este escenario funesto, han existido muchas mujeres pioneras que abrieron el camino a otras en muchos campos. Porque sus logros fueron incuestionables y contribuyeron a ampliar lo que ya se sabía y a seguir avanzando en el conocimiento científico. Como Celia Payne-Gaposchkin, que descubrió la composición de las estrellas que hasta entonces se creían formadas por los mismos materiales que la Tierra. O como las computadoras de Harvard, un grupo de mujeres investigadoras que clasificaron más de 10.000 estrellas en base a su espectro. Fundamental fue la aportación de Hedy Lamarr en el campo de las comunicaciones inalámbricas de Hedy Lamarr para la implantación de la tecnología WIFI. No menos meritorio fue el trabajo de Joan Feynman, que fue la primera en demostrar que las auroras boreales se producen cuando el viento solar interacciona con el campo magnético terrestre. O Mileva Maric, que junto a su marido Albert Einstein publicó cuatro artículos entre los que se encontraban la teoría de la relatividad y la teoría del efecto fotoeléctrico.

Son mujeres que tuvieron que batallar mucho más que cualquier hombre para alcanzar las metas que se habían propuesto. En la exposición ‘Las invisibles de la ciencia’ se cuenta su historia porque otros muchos nombres han sido borrados de nuestra historia. “El recuerdo de estos referente femeninos es fundamental para que las futuras generaciones vean en ellas un reflejo de lo que pueden llegar a ser”, opina Perojo. Porque el género no es sino otra forma de exclusión a las que ha recurrido la historia de nuestra sociedad y de la ciencia. Como se recuerda en la segunda muestra, ‘Con A de Astrónomas’, una historia que empezó hace miles de años cuando nuestras antepasadas miraron al cielo para cuestionar lo que había en él. Cientos de años después, otras muchas siguieron su ejemplo para dedicarse a la investigación de los misterios del Universo. Con su esfuerzo y dedicación, hicieron avanzar la ciencia; algunas de ellas, realizaron hallazgos trascendentales y contribuyeron de una forma decisiva a resolver muchos enigmas. Lo que les supuso enfrentarse siempre a muchos obstáculos para desarrollar su conocimiento. Algunos nombres que han impreso una página de oro en esa historia han sido Jill Tarter, Jocelyn Bell, Nancy Roman, Catherine Cesarsky, Caroline Herschel o Hipatia de Alejandría.